El peligroso cóctel químico de nuestra alimentación diaria
Semanas atrás, la presencia de dioxinas en pollos, huevos y cerdos en Alemania hizo saltar las alarmas sanitarias en la UE y forzó el cierre de millares de granjas en el país germano y el sacrificio de miles de animales, al descubrirse que se había utilizado en su alimentación pienso contaminado con dioxinas.
Por: ÁNGEL ARNÁIZ
Y es que las peligrosas dioxinas están consideradas como uno de los peores tóxicos fabricados por el hombre. Son altamente cancerígenas y afectan de manera grave a nuestro sistema hormonal.
Ante hechos como este cabe preguntarse ¿es segura nuestra comida diaria?, ¿realmente sabemos lo que llega a nuestros platos?, ¿las sustancias químicas añadidas, qué incorporan?
Y es que muchos de los polímeros, sustancias que componen los envases de plástico que solemos utilizar en el hogar, también están en el punto de mira.
El PVC,
poliestireno y bisfenol A son los más conflictivos y los que mayor números de efectos peligrosos tienen para nuestra salud, según recientes estudios científicos. El tereftalato de polietileno es el componente de botellas de agua, zumo o leche, entre otros productos.
LOS FAMOSOS ‘E’.
Colorantes, conservantes, antioxidantes, edulcorantes, emulgentes, espesantes y gelificantes, entre otras sustancias, forman parte del cóctel químico que ingerimos a diario en los alimentos. Son los llamados aditivos, que en las etiquetas de los productos aparecen con una E- seguida de un número. Alguno de ellos, como el edulcorante ciclamato E-952, fue prohibido en Estados Unidos por cancerígeno. Otros aditivos conflictivos son los E-102, E-104, E-110, E-122, E-124 y E-129, que según un reciente estudio están asociados al síndrome de hiperactividad en los niños.
En la industria alimentaria se observa “un abuso de aditivos, sustancias sintéticas que se ocultan tras los conocidos E-, cuyas funciones podrían conseguirse con productos de origen natural. Con estos aditivos sintéticos se trata de abaratar costes y prolongar la vida del producto en la estantería del supermercado.
Las etiquetas de muchos alimentos no son claras sobre contenido en aditivos o incluso sobre si son de origen transgénico, y las industrias que las usan se amparan en la legalidad del uso de aditivos. Lo cierto es que muchos de esos productos no tienen los estudios a suficiente largo plazo para que aseguren que son inocuos para la salud. Tampoco se han estudiado los efectos de las sinergias, el efecto nocivo que podría aparecer por la suma de varias de estas sustancias.
Los consumidores, a la hora de comprar alimentos, apostar por “productos ecológicos, artesanos o caseros”, libres de aditivos y producidos de forma natural, sin pesticidas químicos.
LOS RIESGOS DE LOS ENVASES
Las bandejas de corcho blanco para alimentos, que vemos en los congeladores del súper, están fabricadas con poliestireno, una sustancia que es absorbida con mayor facilidad por las grasas. Se le atribuyen efectos nocivos en el sistema endocrino y posiblemente cancerígenos.
El polémico bisfenol A se usa en los recubrimientos interiores de algunas conservas y en envases de comidas preparadas para calentar en microondas. Se etiqueta a este material como tóxico para el organismo humano y, de hecho, la UE, aplicando el principio de prudencia, prohibió su uso en biberones y otros útiles de puericultura.
Los ftalatos son unos compuestos químicos que se usan en la fabricación del plástico film y como elemento añadido al papel de aluminio. Suelen utilizarse como envoltorio plástico para conservar alimentos. Causan alteraciones renales y según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos son sustancias cancerígenas.
LA SOLUCION ES INFORMARSE
Si bien hay que tener en cuenta que el carácter complejo de la seguridad alimentaria hace difícil al profano, en muchos casos, el tener una idea clara del peligro sobre el que se informa
Hay que mentalizar al consumidor de que para que se autorice una sustancia alimentaria ha de pasar varios controles de seguridad muy estrictos.
LEONER LOPEZ.
C.I., 9.172.330
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